Contaba el SubComandate Marcos del Ejército de Libración Nacional (EZLN), un año después del levantamiento contra el Estado mexicano 25 años atrás, en una carta que le mandó al (ahora) difunto Eduardo Galeano, que “uno es tan grande como el enemigo que escoge para luchar, y que uno es tan pequeño como grande el miedo que se tenga. Elige un enemigo grande y eso te obligará a crecer para poder enfrentarlo. Achica tu miedo porque si él crece, tú te harás pequeño”. Más de 25 años más tarde, en el barrio El Raval de Barcelona, uno de los más empobrecidos de la ciudad y bajo una enorme presión gentrificadora, una pequeña comunidad de vecinas que luchan desde el movimiento por la vivienda en el Sindicat d’Habitatge del Raval (SHR), escogieron también a un gran enemigo —Blackstone— y demostraron lo grandes que eran.

La especulación financiero-inmobiliaria se esconde bajo el rostro oscuro y difuminado de fondos buitre como el gigante Blackstone, la multinacional con más propiedades —o “activos financieros”— del mundo. Blackstone desembarca los últimos años en la ciudad cargado de capital internacional y compra muchas propiedades, la mayoría a bajo precio de mercado. Una de ellas es un edificio en el que viven unas 10 familias desde hace años. Lo compra como un activo financiero con el que pretende especular y para ello se dispone a echar a las familias para así poder venderlo —o realquilarlo— a precios mucho más altos. La historia de siempre, unos pocos ganan mucho y la mayoría es la que pierde mucho. Pero esta vez se toparon con un barrio bien organizado que les plantó cara.